El desarrollo
 vocal humano se produce a través de dos procesos interactivos paralelos
 que transforman el llanto del bebé en vocalizaciones progresivamente más maduras, tales como 
sonidos de arrullo y balbuceos. En primer lugar, las categorías naturales de sonidos cambian a medida que el aparato vocal madura.  En
 segundo lugar, la retroalimentación vocal paterna sensibiliza a los 
niños a ciertas características de esos sonidos, y los sonidos se 
modifican en consecuencia. 
Paradójicamente,
se creía que nuestros antepasados vivos más cercanos, los primates no humanos,  experimentan pocos o ningún cambio acústico relacionados con la
 producción durante su desarrollo, y también que dichos cambios eran impermeables a la retroalimentación social.  
Utilizando
 muestreos tempranos y exahustivos, el seguimiento cuantitativo de los cambios 
acústicos, y el modelado biomecánico, los autores de este estudio demuestran que las vocalizaciones infantiles
 de los monos tití sufren cambios dramáticos que no puede 
atribuirse únicamente a las consecuencias simples de crecimiento. Usando
 experimentos de interacción de los padres, se encontró que la 
retroalimentación de los padres influye de manera consistente en la tasa de 
desarrollo vocal de sus crías.
Estos
 hallazgos suponen un vuelco para las ideas, aceptadas durante décadas, sobre vocalizaciones de
 primates y muestran que los monos tití son un sistema modelo 
convincente para el desarrollo vocal temprano en los seres humanos.
Fuente: The developmental dynamics of marmoset monkey vocal production. D. Y. Takahashi; A. R. Fenley; Y. Teramoto; D. Z. Narayanan; J. I. Borjon; P. Holmes; A. A. Ghazanfar. Science
                        14 August 2015: Vol. 349 
                        
                        no. 6249 
                        
                        pp.
                        
                        734-738. 
 

